
Declaró la familia de Marisa Cunha
Fué atacada a tiros por su ex esposo en San Vicente
Comenzó la ronda de declaraciones testimoniales en sede judicial para reconstruir y recabar datos sobre el femicidio de Marisa Cuñha, vecina de San Vicente y oriunda de El Soberbio que fue baleada por su ex pareja el jueves 4 de septiembre.
Aquel mediodía, el barrio Ceferino se paralizó y escandalizó al oír los disparos que provenían de la casa de la familia -es que, si bien estaban separados, todavía residían bajo el mismo techo mientras resolvían cuestiones de bienes-. Cunha recibió dos disparos en el cuerpo y fue su hijo mayor quien la encontró tendida en el suelo.
El único sospechoso hasta la fecha de perpetrar aquello es su ex pareja Marcelo Da Rosa, que estuvo prófugo por 24 horas hasta que el viernes 5 lo encontraron comprando en un comercio de San Vicente. Tras recibir la imputación formal por femicidio agravado por el uso de arma de fuego, en el Juzgado de Instrucción 3 de esa localidad iniciaron los llamados a declarar sobre el episodio y la relación del matrimonio, signada por amenazas casi diarias y violencia psicológica,tal como se pudo saber por familiares directos.
En ese escenario, fuentes conocedoras de la causa indicaron a este medio que este jueves por la mañana fue el turno de declarar de Rafaela Cunha, una de las hermanas de la víctima y la que tiene a su cuidado al hijo menor de Marisa. En esa instancia, la mujer precisó los antecedentes de Da Rosa -a quien se le impuso una perimetral varios años atrás, tras ser denunciado por la fallecida por violencia y amenazas-.
En jornadas anteriores, se presentaron los dos hijos mayores de edad de Marisa, así como familiares de Da Rosa.
"Todos los días me dice que me va a matar"
El femicidio de Marisa -el sexto conocido en lo que va del año en Misiones- reveló un historial de violencia de género que la propia víctima habría sufrido hace al menos 15 años y que quedaron reflejadas en incontables denuncias. Pero por temor, por sentirse amenazada diariamente, por falta de una red de contención inmediata y por ausencia de medidas judiciales concretas, la mujer dejó de denunciar lo que vivía hace varios meses.
Aunque eso no se contaba, las intimidaciones persistían. Según relató Marisa a su hermana en sus últimas semanas de vida, Marcelo habría "comprado" la lealtad de sus hijos para que éstos no denunciaran lo que se vivía en esa casa: "Los gurises están muy flojos, tendrían que ponerse más firmes con él", lamentaba la madre.
Ella, mientras tanto, se veía impedida de tener sus propios ingresos, lo que la imposibilitaba a irse del hogar. Sumado a que seguían conviviendo mientras resolvían tema de bienes, tras haberse separado hace más de tres semanas, previas a su muerte.
En uno de los episodios de agresión más recientes, la mujer sospechó que su ex pareja mantenía una nueva relación amorosa con una joven oriunda de Brasil. En un mensaje de voz casi augurando la fatalidad que se conocería días después, Marisa reconocía: "Déjenlo que se vaya, capaz es una trampa y lo matan (...) Si igual a mí todos los días me dice que me va a matar".