
Las importaciones de cítricos agravan la crisis de las economías regionales del NEA
La llegada masiva de naranjas desde Egipto sacude al sector citrícola argentino
La crisis por importación de naranjas genera un fuerte impacto en el corazón productivo del noreste argentino. Con la llegada de grandes volúmenes de cítricos desde Egipto, los productores locales enfrentan una caída drástica en los precios de origen, costos internos incontrolables y una pérdida acelerada de competitividad.
El ingreso de naranjas egipcias al mercado argentino, en un contexto de fronteras abiertas y escasa regulación, ha encendido alarmas entre productores citrícolas de provincias como Misiones, Corrientes y Entre Ríos. Estos núcleos regionales, históricos en la producción de naranjas, mandarinas y pomelos, se ven hoy en desventaja frente a un producto que entra al país con precios de dumping.
La reciente eliminación de aranceles para alimentos importados fue uno de los factores clave que permitió esta situación. Las frutas extranjeras no solo ingresan a bajo costo, sino que también lo hacen sin mecanismos de control que equilibren la oferta con la producción nacional.
Precios que se derrumban en origen y no bajan al consumidor
El Mercado Central de Buenos Aires, principal referencia para los valores mayoristas, muestra con claridad las consecuencias: los precios de origen para la naranja cayeron un 18,9 % en lo que va del año, mientras los precios al consumidor se mantuvieron estables o incluso aumentaron.
Este desfasaje entre lo que cobra el productor y lo que paga el cliente final confirma que las importaciones no benefician directamente a los consumidores. Por el contrario, empujan a la quiebra a los productores locales mientras los márgenes de intermediación crecen.
“En Argentina no podemos hacer nada contra la baja de precios de los cítricos egipcios”, reconoció un productor del norte argentino en medios especializados del sector frutihortícola.
Una invasión cítrica: cifras que alarman
Los datos son contundentes. De acuerdo al Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA), las importaciones de limones crecieron un 2.745 % solo en el mes de marzo, muy por encima del promedio del 185 % que registraron las importaciones de alimentos en general.
Para el caso de las naranjas, las cifras siguen la misma línea: la cantidad de toneladas importadas desde Egipto supera ampliamente los registros históricos. En el primer trimestre de 2025, la importación total de alimentos se duplicó respecto al mismo período del año anterior, con los cítricos como uno de los rubros más sensibles.
Productores locales, atrapados entre precios internacionales y costos internos
A la pérdida de competitividad por el precio del producto importado se suma el peso de una estructura de costos interna que no da respiro. Insumos dolarizados, combustibles en alza, presión fiscal y falta de acceso al crédito ponen contra las cuerdas a los pequeños y medianos productores.
Sin protección comercial ni subsidios compensatorios, y frente a una logística deficiente en muchas regiones del país, los cítricos argentinos llegan al mercado en inferioridad de condiciones.
“Lo que entra de afuera tiene subsidios, logística eficiente y costos laborales más bajos. Nosotros no tenemos ninguna de esas ventajas”, advirtió un referente citrícola del litoral.
Consecuencias económicas y sociales en regiones productivas
La producción de cítricos en el noreste argentino no solo representa un motor económico, sino también un sostén social. Cada campaña emplea de forma directa o indirecta a miles de trabajadores rurales. La caída en los precios y la contracción del mercado interno ya provocan suspensiones, reducción de turnos y caída en las hectáreas cultivadas.
En Misiones, Corrientes y otras provincias productoras, esta situación amenaza con profundizar el éxodo rural, debilitar economías regionales y erosionar un entramado productivo que lleva décadas construyéndose.
En ausencia de medidas de contingencia, la tendencia parece consolidarse. Las cámaras del sector citrícola insisten en la necesidad de retomar políticas de protección, como aranceles temporarios, cupos de importación o mecanismos de control fitosanitario más estrictos, que limiten el ingreso indiscriminado de fruta.
Por ahora, el Gobierno nacional sostiene su política de apertura comercial como forma de combatir la inflación, aunque en los hechos, ni los precios al consumidor bajaron de forma significativa, ni los efectos positivos llegaron a las góndolas.
Mientras tanto, el sector citrícola advierte que el daño puede volverse irreversible si no se revierte la situación en el corto plazo.
Fuente: https://www.canal12misiones.com