Rusia e Irán, debilitados por sus respectivas guerras, asisten impotentes a la caída de su aliado Asad
En cuestión de horas, en una maniobra apresurada y sigilosa, la Armada de Rusia retiró, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, a la totalidad de su...
En cuestión de horas, en una maniobra apresurada y sigilosa, la Armada de Rusia retiró, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, a la totalidad de sus buques militares amarrados en la base naval de Tartús, en la costa mediterránea de Siria. Dos fragatas de la clase Gorshkhov, otra de la clase Grigorovich, un submarino y dos buques nodriza zaparon súbitamente de sus dársenas, abandonando a toda prisa un puerto militar ampliado y costosamente rehabilitado pocos años antes, una instalación de vanguardia cuyo acuerdo de arrendamiento, de medio siglo de duración, fue presentado con toda la pompa por el Kremlin en 2017 como la prueba de que Rusia había regresado para quedarse a las aguas del Mediterráneo. Paralelamente, iban apareciendo en las redes sociales imágenes de personal militar ruso abandonando a toda prisa ciudades como Hama o Homs para refugiarse en la relativa seguridad de la base aérea de Hmeimim, cerca de Latakia, también junto a la costa mediterránea.