Warning: Undefined array key "cod" in /home/c0360191/public_html/articulo/“que-ninguna-desregulacion-perjudique-a-los-mas-necesitados”.php on line 24 “Que ninguna desregulación perjudique a los más necesitados” - FM SOL 89.3 MHz
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“Que ninguna desregulación perjudique a los más necesitados”

Lo sostuvo el obispo de Oberá, Damián Bitar. La mirada de este primer año desde la Iglesia

El obispo de Oberá, Damián Bitar, recordó que la llegada a la presidencia de Javier Milei fue por decisión de los votos. “No soy economista ni politólogo. Pero como sacerdote y ciudadano de 61 años, sugiero no perder la memoria. Hace un año el pueblo argentino aceptó la propuesta electoral de Javier Milei y en segunda vuelta ganó legítimamente las elecciones por amplia mayoría”, fue lo primero que planteó al ser consultado sobre la gestión del gobierno nacional que cumplirá un año.

Bitar recordó además que Milei “prometía tres cosas: reducir o eliminar la inflación, ordenar la calle y reducir el déficit fiscal para apuntalar el crecimiento del país. También anunció la reducción del aparato estatal de proporciones elefantiásicas”. Por eso sostiene que “a 12 meses del inicio de su mandato, nos guste o no, está actuando a rajatabla de acuerdo a lo prometido”. Y añade que “aún con el súper ajuste que nos sobrevino por la devaluación y los recortes, la gran mayoría de la población lo sigue respaldando”.

¿Por qué irrumpe y llega a ser Javier Milei presidente “liberal libertario”?

Como lo afirmó él mismo Javier Milei, llegó a la presidencia como resultado de un sistema político agotado y envejecido. Llega al borde de un colapso económico, social y cultural en el que fuimos sumergidos por un sistema que implosionó. En mi opinión, la corrupción y los “curros”, la emisión descontrolada, la inflación, el despilfarro de recursos, el aumento de la pobreza, el peso del Estado “ahogando” a la gente, el caos de los cortes de calles y rutas, además de otros “regalitos caros” como lo vivido en la pandemia, la ley del aborto y la imposición del pensamiento único del progresismo de izquierda llevaron a que la gente opte por un giro total. ¡Fue un jugarse a todo o nada! En este cambio, los jóvenes llevaron la delantera.

¿Qué otra opinión le merece este primer año de gestión?

Creo que el gobierno salvó a la Argentina del colapso de la hiperinflación y del caos social. Por eso, aun llegando “con lo justo y algo menos” a fin de mes, la gente sigue acompañando. Quizá son las ansias y el deseo de que Argentina despegue de una vez por todas y nos encaminemos para ser un “país normal”. A mi entender, demasiado hicieron, habiendo agarrado un “hierro al rojo vivo”, con gran parte de los medios de comunicación en contra, sin mayoría legislativa y con una oposición que en general, apuesta a que el otro fracase, aunque sufra el país. Recordemos que no veníamos del paraíso, sino del borde del abismo.

¿Usted cree que esta vez saldremos adelante?

¡Tengo muchas ganas de que así sea! Como tantos argentinos adultos estoy cansado de marchas y contramarchas. He vivido casi toda mi vida con la angustia de la inflación y con un sistema político y económico que ha generado en 40 años de democracia una montaña de pobres y marginados. Por eso irrumpe el fenómeno Milei. Y por eso, a mi entender, el resto de la clase política quedó descolocada, con pocos argumentos o con un discurso envejecido. Pero además de buena memoria, debemos ser pacientes. Salir de una catástrofe lleva su tiempo. Ojalá el rumbo sea correcto o se tenga la sabiduría fruto del diálogo para corregirlo cuando sea necesario. No comparto la ansiedad de aquellos que exigen resultados inmediatos o milagrosos, que generan tensión e incertidumbre olvidando dónde estábamos hace un año. Ojalá podamos encaminarnos hacia el país normal que nos merecemos, con reglas claras, con instituciones fuertes, con un Estado eficiente, con transparencia y justicia, con inversiones y trabajo, con una reducción sostenida de la pobreza, con seguridad y con un combate sin tregua contra el narcotráfico y la corrupción.

¿Qué opina de la política de las desregulaciones?

Mi impresión es que es algo necesario. Se habla de miles de normas que podrían ser eliminadas o reguladas para sacarle al pueblo el “pie” de un Estado que se transformó en una máquina de impedir o de ahogar a la gente. Además, en el país de los vivos, detrás de muchos requisitos y sellos se instalaba un kiosco para favorecer los curros y coimas, un sistema de corrupción que penosamente se fue naturalizando. Ojalá las desregulaciones no queden en anuncios que después no lleguen a la gente común y que ninguna desregulación perjudique a los más necesitados.

¿Qué opinión le merece el giro cultural?

Creo que ha sido un alivio y así percibo lo siente la mayoría de la población, al colocar un límite al relato ideológico del progresismo-populista de izquierda, de raíz marxista, que tanto daño ha hecho a nuestro pueblo. Entre otras cosas, el absurdo del lenguaje inclusivo, la ideología de género como pensamiento único, el feminismo ideológico, el aborto, el pretender que cada ocurrencia o capricho, por más absurdo que sea, se transforme en un derecho, en una ley (y en un subsidio), la dictadura de las minorías usadas electoralmente, etcétera. Además, está ideología, que ha cooptado muchos medios de comunicación e incluso organismos internacionales de “derechos humanos”, fue violenta, discriminatoria y cancelatoria de todo aquel que opinaba distinto.

¿Cuáles son para usted los desafíos y deudas que tiene este gobierno?

Sin duda la reducción de la pobreza y la generación de trabajo genuino son el desafío más grande. ¡Que nadie quede excluido de la mesa de los argentinos! ¡Que haya lugar para todos! Que se reduzca la inflación, pero también la pobreza y la indigencia. Que se genere inversión para que surjan fuentes de trabajo. Que se genere un proceso virtuoso que conduzca a un crecimiento sostenido, que la inflación sea cero, pero también la corrupción cero. Por otra parte, es un desafío y una deuda que los argentinos podamos confrontar ideas en un marco de diálogo sincero, sin descalificaciones y agravios porque nadie se las sabe todas. Que busquemos con sinceridad el bien común, privilegiando a los más necesitados. Pienso, por ejemplo, en los jubilados de la mínima y en la situación de desamparo de los pueblos originarios. Que se afiance la libertad, pero con fraternidad y solidaridad. Que se procure la auténtica justicia social. Urge que los argentinos y particularmente la dirigencia, construyamos puentes y derribemos muros, apostemos a la cultura del encuentro y a la amistad social.

Mirando nuestro país, ¿qué otra situación le preocupa?

Además de la pobreza material que afecta casi el 50% de los argentinos (esto incluye alimentación adecuada, vivienda digna, acceso a la salud, a la educación y falta de trabajo), me preocupan las nuevas pobrezas. Ante todo, un tema silenciado y cancelado: el aborto legalizado que ya se llevó la vida de más de 300.000 argentinos. Es una situación inconcebible que ojalá el gobierno la tenga en su agenda para derogar la ley más inicua de nuestra historia. Por otra parte, es preocupante el aumento de la violencia: muerte de niños (infanticidio), femicidios, suicidios, abusos de menores y otros tipos de pobreza social o conductas que atentan contra la dignidad humana como el alcoholismo, el narcotráfico y la drogadicción, las apuestas y la timba, la falta de respeto a las normas de convivencia: ruidos, basura, accidentes de tránsito etcétera. Asimismo, duele ver a mucha gente, de toda edad y condición social, sumergida en una crisis más honda: la crisis de sentido, de raíz moral y espiritual que lleva a vivir al tanteo sin rumbo alguno. Esto, entre otras cosas, es caldo de cultivo para las adicciones, la delincuencia y la violencia.

¿Cuál es el rol o la misión que le cabe a la Iglesia en este contexto político, social y cultural?

La Iglesia no es un ONG, ni una megaempresa ni una institución política partidaria. La Iglesia es una familia a la que nos incorporamos por el bautismo que trasciende las fronteras, los partidos y los gobiernos. Por mandato de Jesús está llamada a anunciar el Evangelio que es buena noticia. Esto implica profecía para denunciar todo lo que atenta contra la dignidad humana y servicio a la humanidad a través del mandamiento del amor. Un buen cristiano debe ser un buen ciudadano. El papa Francisco nos dice algo muy bello: La Iglesia está llamada a ser casa de todos, madre y pastora y quizá más que nunca “hospital de campaña”, para estar cerca de los que sufren, de los marginados y de los excluidos. En este sentido la misión de Caritas a través de sus programas y voluntarios es encomiable, pero además está la inmensa red de hombres y mujeres de fe que desde lo cotidiano y sin publicidad hacen un bien inmenso a través de la oración, la caridad y el servicio.

Fuente: EL TERRITORIO

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